martes, 3 de junio de 2014

Las playas y lugares más escondidos del Cabo de Gata. Recopilado por Naturaleza Rodalquilar


Las playas y lugares más escondidos del Cabo de Gata 


El viento y el oleaje han esculpido en un antiguo arrecife de coral la blanca cala de Enmedio, una de las más bellas y escondidas del Parque Natural. Faros, molinos de viento y pueblos morunos salpican una costa que todavía se man-tiene a salvo del turismo masivo, algo insólito en el Mediterráneo.

Almería Cala de Enmedio

Hace poco más de medio siglo, Juan Goytisolo recorría la comarca de Níjar y, al acercarse a Agua Amarga, anotaba que era “la tierra más pobre de España”, en la que solo había “lagartos y piedras” (Campos de Níjar, 1959). Hoy, milagros del turismo, Agua Amarga es el pueblo más deseado de la costa almeriense, con hoteles-cortijo de diseño, clubes de hípica y buceo, spas y otras delicadezas que hubieran resultado incomprensibles para los cuatro pes-cadores que vivían antaño. De aquella antigua aldea dedicada a la almadraba, quedan unas cuantas calles y costanillas bien conservadas en el centro y las barcas varadas en la playa del pueblo. No es esta, sin embargo, la playa más bella de Agua Amarga, sino la cala de Enmedio, un pequeña ensenada escondida a un kilómetro y medio, hacia el sur, que hechiza al visitante por sus arenas y rocas blanquísimas, las cuales sacan a relucir los colores más llamativos de la paleta marina: turquesa, esmeralda, verde botella..., y donde resulta obligado ponerse unas gafas para bucear en estas aguas de fantasía.

Para llegar a la cala de Enmedio hay que andar media hora desde Agua Amarga, subiendo por la calle Depósito y luego por el cerro del Cuartel. Es una senda sencilla, bordada de tomillos, lirios y siemprevivas, que conduce sin pérdida posible hasta la playa perfecta: 130 metros de arena brillante, flanqueados por acantilados cóncavos y ex-tensas plataformas de calizas arrecifales, tan blancos que el observador podría creerlos de hielo, si ésta no fuera la esquina más árida y ardiente de la península Ibérica.

Almería Cala de Enmedio

Otro lugar cerca de Agua Amarga que es una muy buena idea visitar (a pie o en coche) son las ruinas del cargadero de mineral que hay camino de Carborenas, donde se embarcaba el hierro transportado hasta aquí en ferrocarril desde las minas de Lucainena, en la Sierra Alhamilla, y que estuvo en funcionamiento de 1896 a 1942. La vista es bárbara, sobre todo al atardecer. Tampoco está mal lo que se ve desde el faro de Mesa Roldán, que se alza desde 1863 entre Agua Amarga y Carboneras, a más de 200 metros sobre el mar. Más al norte, ya casi llegando a Carboneras, se encuentra la playa de los Muertos: un kilómetro de menuda grava blanca asombrosamente rectilíneo, por el que sienten una misteriosa querencia los cuerpos de los náufragos, de ahí su nombre.

Una ruta espectacular en coche, desde Agua Amarga, es la que recorre todo el litoral volcánico del parque natural del Cabo de Gata: 40 kilómetros de playas solitarias, molinos de viento y blancos pueblos de aire moruno. Se empieza siguiendo la bonita carretera que lleva a Fernán Pérez, por un yermo salpicado de pitas y ruinas de cortiji-llos. Y luego se tira a la izquierda por la AL-3106, que tampoco es fea, pues se asoma de golpe, como si Dios descorriese un telón, al valle de Las Hortichuelas, cuyos cerros volcánicos, casas blancas y verdores parecen salidos del archipiélago canario. Al fondo queda la playa de Las Negras. Del verde tropical de Las Hortichuelas se pasa en otro instante, por la AL-4200, al rojo marciano de Rodalquilar, valle alucinante donde bostezan las bocaminas de antiguas explotaciones auríferas.

Almería Cala de Enmedio

Un cambio de rasante brutal, como de montaña rusa, conduce al mirador de la Amatista, tremendo despeñadero desde el que se dominan los 20 kilómetros de calas y promontorios que se suceden hasta la torre de la Vela Blanca, junto al cabo de Gata. Y una bajada fuerte y revirada, de segunda marcha, a la Isleta del Moro, la aldea de sa-bor más marinero de la comarca, con sus peñones gemelos llenos de gaviotas, sus barcas varadas en la orilla y su blanco caserío relumbrando sobre un fondo de palmeras.

Más suavemente ya, la carretera se arrima a Los Escullos, donde el mar ha labrado un arco en la arena petrificada de una duna antediluviana, rodea por la derecha el cerro del Fraile –máxima altura del parque: 493 metros– y enhebra El Pozo de los Frailes, un pueblo de aire moruno que se acurruca alrededor de la noria de sangre con que antaño le arrancaban algunas lágrimas de agua a esta esquina reseca del mapa andaluz. Al final de la carretera, aparece San José, un lugar harto civilizado para estos desiertos, pero perfecto para tomarse una cañita con su tapa de jibia en salsa antes de continuar, ya por pista de tierra, hacia las famosas playas de los Genoveses, Barronal y Mónsul. Demasiado famosas y concurridas. No como la casi secreta cala de Enmedio.

Almería Cala de Enmedio
 

RODALQUILAR Y SUS PLAYAS...
 “Rodalquilar forma un semicírculo de tierra labrada y verdeante, con algo de apariencia de anfiteatro. La roquizas montañas alzan sus muros como si quisieran abrigarlo y defenderlo de la vulgaridad de la vida civilizada, adurmiéndolo en sus abruptos senos de piedra. Sólo por oriente se había derrumbado su pared de circo romano, y por el desgarrón las aguas prolongaban…
  
 1. EL PLAYAZO DE RODALQUILAR

 Impresionante y extensa playa virgen de condiciones ambientales excepcionales. Es una de las playas más atractivas del P.N. de Cabo de Gata-Níjar, un lugar para perderse y sentir con fuerza la naturaleza salvaje de estas costas. Sus fondos marinos son igualmente bellos, siendo un lugar frecuentado por submarinistas. Junto a ella, se levanta el castillo de San Ramón, baluarte defensivo del s. XVIII. A sus pies hay un roquedo muy deleznable desde el que se podrá admirar la belleza plástica y cromática de los acantilados volcánicos. El acceso es fácil (ALP-326) y dispone de aparcamiento. Hay un pequeño chiringuito donde tomar fuerzas y refrescarse.
 

 
EL HOTEL DE NATURALEZA RODALQUILAR

En el Hotel de Naturaleza Rodalquilar prima la presencia del Parque Natural dentro del Hotel: tanto desde los pasillos-terraza de entrada a las habitaciones, como desde los ventanales de las mismas, se disfruta de grandes paisajes de los volcanes que nos rodean. Todo tipo de servicios para el disfrute y la relajación: Restaurante Alacena Azul, Sala de Arte Carmen de Burgos, Spa-Wellness La Amatista, Gimnasio, Salas de lectura, patios, jardines, terrazas...








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